La cuestión religiosa parecía un tema zanjado en España, pero últimamente no dejan de surgir polémicas que cuestionan el modelo constitucional que  afirma la aconfesionalidad del Estado y reconoce que la fe es una dimensión esencial en la vida de los ciudadanos y de la sociedad. Frente a esa respetuosa neutralidad, hay quien insiste en confinar a un gueto la religión. Ése es el prejuicio que muestran las autoridades de la Universidad Complutense de Madrid en su ofensiva contra la capilla de la Facultad de Geografía e Historia. Desmontados uno a uno los argumentos del Decanato, resulta evidente que la motivación real del desmantelamiento es simplemente la creencia de que la fe debe desaparecer de la universidad pública.Hay además una evidente discriminación contra los católicos, puesto que la universidad no tiene empacho en ceder espacios o en subvencionar a las asociaciones más variopintas. Por eso es importante que un grupo de alumnos y profesores se planten en defensa de la capilla, siempre desde una actitud respetuosa y conciliadora. Estos lugares de culto son una arraigada tradición en la universidad española, y siguen siendo hoy un importante punto de referencia. En primer lugar, porque existe una comunidad cristiana viva en la universidad. Su empeño no es entablar una lucha ideológica con quienes piensan de forma diferente, sino entablar un diálogo respetuoso y fructífero con ellos, algo siempre beneficioso para la vida académica.