Hoy es un día histórico para la Iglesia en España con la beatificación de más de 500 mártires, asesinados durante la persecución religiosa de los años 30. Culmina un proceso iniciado hace más de 60 años, cuando estamos a pocas semanas de la clausura del Año de la Fe. La elección de Tarragona tiene un gran simbolismo. Muchos de los mártires entregaron su vida en esta ciudad, marcada, ya desde sus orígenes cristianos, por las persecuciones del Imperio romano. Esas persecuciones han acompañado a la Iglesia durante toda la historia, pero nunca en magnitudes comparables a las del siglo XX. España no es un caso aislado.Es significativa, en este sentido, la presencia hoy en Tarragona de representantes del Patriarcado Ortodoxo de Moscú, que experimentó con especial crudeza el odio contra los cristianos durante la época soviética. Pero esta beatificación no supone ningún tipo de revancha, ni pretende abrir un debate que, en todo caso, sería competencia de los historiadores. La Iglesia ha querido simplemente glorificar a unos testigos de la fe que murieron perdonando a sus enemigos y dieron un impresionante testimonio de fidelidad al evangelio. Les hubiera bastado renegar de Cristo para evitar la muerte, pero no se acobardaron. Y su ejemplo, como han subrayado los obispos, es hoy un llamamiento a la unidad en la fe que ellos testimoniaron con su sangre, y una invitación a un estilo de vida más coherente con el evangelio.