El anticlericalismo del PSOE ha sido una constante manifestada en diversos grados a lo largo de su historia. Suele agravarse en períodos de escasez de propuestas y profunda crisis de identidad. Se trata de evidentes maniobras de distracción, pero no sólo. El sectarismo anticlerical, y en particular anticatólico, con lo que supone de menosprecio a la mayoría de la población española, aparece de forma cíclica, irresponsablemente, porque contribuye a dividir y confrontar a la sociedad y a minar la imagen pública de una de las instituciones que más y mejor trabaja en favor del bien común.Un episodio clásico de este proceder se repite anualmente cuando llega la hora de presentar la Declaración de la Renta y millones de personas tienen la ocasión de seguir asignando a favor de la Iglesia, en un gesto sencillo, libre  y voluntario, que no cuesta nada y que rinde mucho. Un año más, con Rubalcaba a la cabeza, el PSOE miente sobre la naturaleza y funciones de la Iglesia católica en España. Esta vez toca hacer demagogia con el aborto, con el agravante que supone jugar con un asunto que siempre es un drama personal y social. Los obispos ni quieren ni pueden legislar. Y el Partido Popular no le debe nada a la Conferencia Episcopal, sino a sus electores. La reforma de la Ley del Aborto estaba en su programa electoral, a diferencia del Gobierno socialista en el que estaba Pérez Rubalcaba, que se sacó de la manga una legislación inaudita que ha convertido en derecho el matar a un ser humano inocente.