Hoy se cumple el 775 aniversario de la consagración de la catedral de Córdoba. El interés mediático viene marcado por las polémicas abiertas por ciertos sectores islámicos, y coreadas desde algunos cargos andaluces del PSOE e Izquierda Unida. La Iglesia ha argumentado que el templo ha estado dedicado al culto cristiano en los últimos 8 siglos y que la diócesis custodia este patrimonio para disfrute de todos. Carecen de consistencia jurídica las pretensiones de expropiar la catedral o dedicarla al culto islámico. Es polémica superada, y sería bueno que las celebraciones organizadas por el obispado ayuden a eso que pedía ayer Felipe VI: «mirar con respeto a nuestra historia». En ella destaca la figura del rey que reconquistó en 1236 Córdoba, Fernando III de Castilla. Monarca santo y precursor de la unidad de España, su valor en la batalla rivalizaba con su labor de fomento de la cultura y la modernización del Derecho. Destaca también su respeto hacia los vencidos musulmanes. La mezquita fue restituida al culto cristiano original del templo, Basílica hasta el año 711, pero sin destruir la huella árabe que aún conserva la catedral. Ocho siglos después, hay lugar para todos en Córdoba. La Iglesia defiende que los musulmanes dispongan de lugares de culto dignos, derecho que por cierto habría que exigir también para los cristianos en sociedades musulmanas.