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Talavante revaloriza la Feria

Faenón de dos orejas de Talavante en el tercero. “El Juli” obtuvo un doble trofeo protestado. Ventura tocó pelo. Decepcionanta Garcigrande-Domingo Hernández

Alejandro Talavante y El Juli en su salida a hombros este jueves en la plaza de toros de Albacete. EFE

Alejandro Talavante y El Juli en su salida a hombros este jueves en la plaza de toros de Albacete. EFE

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Tiempo de lectura: 5'Actualizado 17 mar 2017

Hasta última hora la presencia de Alejandro Talavante en la plaza de toros de Albacete era más que dudosa. Afortunadamente, por lo visto en el ruedo en el tercer acto, mereció la pena. Además de verdad. Manos de seda, muñeca portentosa, naturales que trenzaron y firmaron los más grandes del Toreo, con cadencia y profundidad. Así toreó Talavante. ¿Y “El Juli”? Pues a su estilo, que luego desbriznaremos. Dicen que las comparaciones son odiosas pero es que son inevitables, máxime cuando se producen en una misma tarde. Y al fondo, cuatro toros de Garcigrande y Domingo Hernández que vinieron a rebajar un peldaño el nivel del trapío de este abono albacetense y además sin mejorar el nivel ganadero en cuanto a comportamiento, casta y bravura, ni mucho menos. Y sobre el rejoneador que abría plaza en el festejo de dos artes, Diego Ventura cortó un trofeo aunque se le pidieron dos, pero vayamos paso a paso.Y es que ya demostró hace pocos días que se encuentra en la cúspide del escalafón del toreo a caballo y allí estará hasta que quiera. Ventura no tuvo una actuación tan rotunda como el del día 11 en Albacete pero sí se vieron detalles y algunos momentos de alta nota, alternados con otros de un perfil más normalito. Así, destacamos que Ventura, con el primer toro que tuvo cierta movilidad inicial aunque terminó parado y se vino abajo, planteó una esforzada faena con sus monturas, destacando con Nazarí, aunque no se alcanzaron altas cotas de lucimiento. Falló con el rejón de muerte y luego dio otro más que resultó defectuoso y provocó derrame. En el cuarto, un astado con mayor transmisión y movilidad, hubo momentos de auténtico toreo a caballo, parando al astado con temple en un alarde de habilidad incomparable. Y es que con Sueño es fácil soñar. Hubo también quiebros, banderillas de frente, las cortas en lo alto y, en resumen, la difícil facilidad que atesora Diego. Aunque también es cierto que hubo algunos gestos más de cara a la galería en aras de buscar una mayor transmisión con el respetable. Mató de rejón trasero y, tras serle concedido un solo trofeo, dio una vuelta al ruedo y bronca al palco presidencial. Las dos orejas que cortó hace escasas jornadas fueron más redondas, o al menos quedó esa impresión.Luego, “El Juli”. Julián López se las vio con un toro de Garcigrande como segundo de la tarde de justa presentación. Con el inicio de capote ya apuntaba flojedad, empujó con un solo pitón al sentir un puyazo trasero, saliendo suelto y derrumbándose en el albero local. El torero madrileño recetó una suerte de chicuelinas y tafalleras con media revolera como remate. El astado se dolió en banderillas, por cierto que casi se colocó el tercer par en la penca del rabo. Tras el cambio de tercio y el brindis al respetable, “El Juli” comenzó su trasteo por bajo con la diestra y ya se vio de nuevo que era un astado noble, flojo y blando. Prosiguió con la diestra citando al hilo con pérdida de manos del bicho incluido. La obra se fue acortando en cuanto a las distancias y cambió a la zurda aunque el discurso fue muy similar: citando con la muleta en la cadera, con medios pases, pero no se obtuvo nada destacable, y menos con la pobre condición del toro. Mató saliéndose de la suerte, quedando el estoque trasero y contrario.Pero fue con el quinto, un toro manso aunque con movilidad y un aprovechable pitón izquierdo, con el que “El Juli” desplegó su particular estilo, con virtudes, por supuesto, pero también con defectos. Así, el toro salió suelto al sentir el picotazo, topando en el peto más que empujando. En banderillas se movió con viveza. Pero fue con la muleta cuando Julián hizo faena a su manera, esto es, toreo con la zurda llevándolo muy largo y templado, bajando la mano a veces pero sacrificando la estética al retorcerse y tirando líneas en una suerte de naturales periféricos que en ningún momento llegó a rematar en la cadera. Y es que sin cruzarse con el oponente y haciendo que el toro dibuje una especie de interrogación invertida alrededor del toreo, no puede hablarse de profundidad, por mucho que nos empeñemos. Talavante lo hizo. Julián López, no. Repetimos, a su estilo, “El Juli” hizo faena, pero... Y a la hora de la verdad, la de la espada, no puede hablarse de ortodoxia ni autenticidad mínimamente decorosa en una máxima figura del toreo porque mató saliéndose descarado de la suerte y sufriendo un desarme, quedando la espada trasera, se levantó el toro al sentirse el golpe del cachetero y se echó camino de toriles. Las dos orejas, lógicamente protestadas por parte del respetable, son de poca valía, obtenidas por mor de la incorregible e inexplicable generosidad del presidente Coy hacia “El Juli”. Y menos valor tienen esas orejas si se comparan con las obtenidas por Talavante, al que por fin se le vio triunfar con todas las de la ley en Albacete.De plata de ley, o de oro, o de platino, lo que quieran o como quieran calificarlo, así fue el toreo del extremeño en el coso de la calle Feria. El tercero fue un ejemplar anovillado y pobre de cabeza, como el resto de los destinados a la lidia a pie. Inició el recibo de capa pero el astado salía desentendido. Entró dos veces al caballo pero apenas se le dieron dos refilonazos, más de postureo que otra cosa. Volvió a intentarlo con el capote pero hubo poco que rascar. Y en banderillas se dolió el morlaco reiteradamente.Pero Alejandro lo vio claro y fue a por todas. Se fue al centro del ruedo con la zurda, iniciando su quehacer algo despegado aunque el toro al principio no quería saber nada del asunto. El torero lo citó de nuevo con la zurda y comenzó la locura. Naturales templados, con un juego de muñeca cadencioso que gustó a todos. La arrucina del iconoclasta torero, el cambio de mano al alcance de muy pocos. Detalles para recuerdo que vivió con deleite Albacete. Se echó la pañosa a la diestra y la faena siguió sumando enteros al torear por bajo metiendo los riñones y componiendo la figura rematando en la cadera los pases, luego otra serie más que, aunque corta, tenía un sabor como no se había visto en toda la Feria. Luego otra casi calcada a la anterior y el público boquiabierto. Hubo un impasse al resultar una serie con menos ajuste aunque con un buen pase de pecho y, tras unas manoletinas ajustadas siendo varias mirando al tendido, se perfiló a matar y mató de buena estocada de efecto fulminante. ¿Quizás faltó alguna serie más larga y otra más con la zocata? Puede. Pero lo bueno, si breve, dos veces bueno. Las dos orejas son de peso y de las que dejan poso.Por último, el sexto también fue manso y encima descastado tanto en varas como en banderillas. Talavante lo intentó inicialmente pero decidió abreviar porque no había nada que hacer. Se tiró a matar y dejó dos pinchazos hondos y caídos, y cinco golpes de descabello. Un trámite, en definitiva. Y eso es lo que queremos que sea el paso de Talavante con este tipo de toros, un trámite. Porque si la distancia entre el toreo de Alejandro y el del resto es abismal, la que hay entre los toros a los que se enfrenta junto a sus compañeros de cartel es mínima. Es el momento de apostar y lanzar el órdago a la grande. Grande por trapío y encastado juego. Se entiende, ¿no?

FICHA DEL FESTEJO

Albacete, jueves 15 de septiembre de 2016. 8ª de abono. Lleno aparente.

Dos toros de Ángel Sánchez(1º y 4º) para rejones, correctos de presentación, parado el primero y con transmisión el cuarto;  dos de Garcigrande (2º y 3º) y dos de Domingo Hernández (5º y 6º), muy justos y desiguales de presentación, pobres de cabeza, mansos, descastados, nobles y algunos flojos. Los mejores 3º y 5º, éste con un buen pitón izquierdo.

El rejoneador Diego Ventura, silencio y oreja.

Julián López “El Juli”, silencio y dos orejas tras aviso.

Alejandro Talavante, dos orejas y silencio.

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