Cincuenta años de Miura en Pamplona. Un cumpleaños y una efeméridE que quiso aprovechar Eduardo Dávila Miura para enfundarse de nuevo el terno de luces y quitarse un espina que tenía en sus años de actividad. Pamplona y la corrida de la casa. Y sin terminar de haber triunfo rotundo, bien es verdad que el regreso bien mereció la pena viendo el poso y el oficio del diestro sevillano. Suya fue la última oreja de los Sanfermines y suya la mejor estocada del ciclo pamplonés.Bizco del derecho pero con dos pitones astifinos y desarrollados salió el primero del lote de Eduardo Dávila Miura. El cárdeno, sin mucha fortaleza ni brío, tuvo nobleza y buen son por ambos pitones. Eduardo entendió a la perfección al toro del hierro familiar. Templó y toreó con largura, dejando una magnífica imagen. No pareció que fuese su primera corrida del año. Y como colofón, un espadazo que por sí solo valió la oreja que paseó el sevillano.El quinto completó un lote de posibilidades. Tuvo nobleza y humilló. Se mostró de nuevo muy a gusto, toreando con pulso y limpieza por ambos pitones. El susto llegó en un golpe de viento que dejó al descubierto su anatomía. El pitón viajó primero al muslo y después subió hasta rasgar de arriba a abajo el chaleco. Salvado el trance, el sevillano cuajó una notable tanda al natural. Ganando el paso y dotando de dimensión a los muletazos. Pero el toro se puso gazapón a la hora de cuadrarlo para matar. Dos pinchazos y dos avisos antes del descabello. La posibilidad de otra oreja se había esfumado.Superó los seiscientos kilos el primer 'miura', un colorado que debió dejarse sus energías en la carrera matinal, ya que durante la lidia fue un animal que embistió al paso, sin terminar de rematar en sus embestidas. Rafaelillo se mostró muy capaz con él, intentando alargar los viajes del astado. Pero fue imposible sacar algo de un pozo tan vacío de casta. Lo estoqueó con habilidad y contundencia.El cuarto se pego un topetazo tremendo contra el burladero de matadores cuando le cerraban para iniciar la faena Rafaelillo. Lo acusó después en el transcurso de la faena. Él murciano puso la raza que le faltó al toro. Se entregó Rafael en una labor sincera y muy meritoria con un toro que por su flojedad de remos tendió a quedarse corto y soltar la cara. Se tiró por derecho a matar aunque la espada cayó caída. Quizá a eso se agarró el presidente para no conceder una oreja que se pidió desde lo tendidos.Serio y fue cárdeno tercero de Miura. Un animal que nunca se entregó pese a la movilidad que sacó en el último tercio. Le cogió pronto la distancia y la altura Javier Castaño, que le robó muletazos de mucho mérito a base de consentirlo y aguantar parones. En la estocada final el toro le puso los pitones en el estomago. No cuajó la petición pero si hubo una vuelta al ruedo como premio.El sexto fue el ?miura?más complicado, el que más midió y más se defendió en el último tercio. Violencia defensiva que propició varios desarmes y un mal trago para Javier.

FICHA DEL FESTEJO

Pamplona, jueves 14 de julio de 2016. 10 de Feria. Lleno.

Toros de Miura, bien presentados, en tipo. Andarín y soso el primero; un segundo con nobleza en su altura; con movilidad pero sin entrega el tercero; lesionado el cuarto; noble pero a menos el quinto; un sexto manso y orientado.

Rafael Rubio 'Rafaelillo', saludos y vuelta.

Eduardo Dávila Miura, oreja y saludos tras dos avisos.

Javier Castaño, vuelta tras aviso y silencio.