El Córdoba ganó dos puntos ante el Lugo; el Córdoba perdió dos puntos ante el Lugo. Aunque ambas frases parezcan contradictorias, podrían resumir fielmente lo que sucedió el viernes en El Arcángel. Sobre un verde-marrón, los de Oltra se dedicaron a desbaratar su buen trabajo llevado a cabo durante los primeros treinta minutos a base de errores defensivos groseros para luego maquillar el desbarajuste con un nuevo tramo de pundonor final. Se ha dicho –y no es una mala idea ni mucho menos- que el Córdoba 16-17 quiere parecer más equipo y no depender, de este modo, de ningún nombre en concreto para que los planes salgan bien. Eso se apreció a ratos ante el Tenerife, donde llevó a cabo un brillante juego colectivo y logró una victoria en la que resultaba difícil separar grano de paja. Un grupo es eso. Sin embargo, en las dos últimas jornadas se ha visto un Córdoba titubeante a ratos, con bajones de concentración y desequilibrios graves y que ha debido de recurrir a la épica para mantenerse invicto. Tal vez esa sea la mejor noticia de lo que va de campeonato. Oltra ya ha dicho que no le va a temblar la mano a la hora de castigar con suplencias a quienes no tengan los cinco sentidos puestos en el juego durante los noventa minutos. El problema, que no lo hubiera sido si no lo hubieran querido, es… ¿a quién ponemos? De momento, el domingo en Huesca ya va a tener que buscar un sustituto a Pedro Ríos. Donoso cumplió ante el Lugo pero, ¿es realmente un jugador tan joven y con nula experiencia en la categoría una solución de garantías para aspirar a subir? Es la pregunta que, desgraciadamente, nos vamos a estar preguntando cada vez que haya que buscar soluciones mirando a quienes no juegan.