'Agitador'. Quédense con este nombre. Puede ser de los toros de la Feria. Bravo en el caballo, arrancándose con alegría y empujando con brío en el peto. Con un tranco excepcional, metiendo la cara humillado y entregado. ¿Un pero? Venga, le faltó un punto de clase. Notable fue el tercio de varas a cargo de Pedro Iturralde. Lo bordó, tirando el palo y colocando los puyazos la misma yema. El toro era un tren cuando se arrancaba. Le dio distancia Paco Ureña y el toro allá fue, con todo. Las dos primeras tandas resultaron emocionantes por la casta desbordante del pupilo de Ricardo Gallardo. El marciano ligaba pero faltaba la conjunción del mando y el temple en ocasiones. Después comenzó la cuesta abajo cuando el torero se empeñó en acortar distancias. Empeño que resultó una losa sobre la faena, que comenzó a amontonarse y a bajar en intensidad mientras el toro mantenía su acometividad y capacidad de humillar. El bajonazo y el fallo con el verduguillo no fueron digno final para tan buen toro. Se pidió la vuelta al ruedo para 'Agitador'. Con justicia. El presidente, que me explique qué más debe hacer un toro en Madrid para ganarse ese premio. Quiso redimirse Ureña en el quinto, pero tras pecados graves, la penitencia suele ser dura. En este caso, enfrentarse a un toro desfondado en el último tercio. Tenía bondad y buen son, pero sin chispa y sin fuerza. Mala ecuación. Recurrió el de Lorca a un arrimón final con la gente ya fuera de la faena.Sin muchos excesos salió el primer 'fuenteymbro', calcetero, su puntito altón y sin sobrarle las fuerzas. Rápido demostró que lo quería era huir de los engaños. Lo de guerrear no iba con él. César Jiménez estuvo muy en Cesar Jiménez. Vamos, muy vertical, muy ceremonioso y muy académico, aunque tocando siempre por fuera, y ya sabemos que eso en Madrid suele ser pecado mortal. El toro acrecentó su condición mansa y en cuanto veía un resquicio buscó las tablas. Lo cazó de una estocada hábil y un certero descabello. Bajó la nota media el apagado cuarto. Muy sangrado en varas, el toro acabó sin vida y Jiménez aburrió poniendo posturas y dilatando la faena cuando no tocaba. El espadazo, infame.  Se devolvió al flojo tercero. El sobrero, también del hierro titular no entraba por los ojos. Más bien feote era el de Fuente  Ymbro. Con su mansedumbre, el animal rompió a embestir con ritmo y clase, siempre amagando con irse, pero colocando la cara con franqueza. El Payo movió con gusto el capote y  firmó una entonada primera mitad de faena. Templando, llevando siempre muy enganchado al toro. Se notó la madurez ganada por el azteca en los últimos años. Pero faltó cabeza para resolver la faena cuando el toro lo pidió. Alargó con poco el criterio el final del trasteo, y entre esto, y el apagón con el descabello, se enfriaron los tendidos.El sexto siguió con la tónica de la segunda mitad de la corrida de Fuente Ymbro. Apuntó buena condición pero siempre dentro de la sosería y la falta de fuerzas. Manejó de nuevo con gusto el capote El Payo e imprimió temple en algunos pasajes de la faena. Pero de nuevo se excedió en el metraje de la obra cuando no había argumentos para ello enfrente.

Madrid, sábado 9 de mayo de 2015. 2ª de Feria. Casi tres cuartos de plaza.

Toros de Fuente Ymbro, el 3º como sobrero. Bien presentados aunque desiguales de hechuras. Conjunto bajo de casta excepto el bravo 2º, que fue fuertemente ovacionado en el arrastre y para el que se pidió la vuelta al ruedo. Mansito pero con nobleza y clase el sobrero.

César Jiménez, silencio y silencio.

Paco Ureña, silencio y silencio.

El Payo, silencio tras aviso y silencio.