Como la de Hervé. Es de Camerún y tenía 22 años cuando decidió abandonar su país. Cogió su moto y junto con su hermano pequeño emprendió una huida hacia no sé muy bien donde, pero hacia un lugar mejor.. Atrás dejó al resto de su familia y marchó con el propósito de regresar cuando pudiera ofrecerles algo mejor. Su odisea comenzó en la frontera con Nigeria allí se encontró de frente con los monstruos de Boko Haram. "Los Boko Haram no nos dejaban pasar tranquilamente. Querían mucho dinero, son como la mafia, y no tenemos lo que nos estaban pidiendo" explica Hervé. Y cumpliendo con las condiciones de estos tipos lograron continuar su camino. Un camino en el que iban trabajando en lo que les iba saliendo con el único objetivo de conseguir dinero para ir avanzando. Las mafias - que fueron encontrando en su viaje - les llevaron a atravesar el desierto y finalmente les dejaron en la frontera con Melilla. Durante más de un año Hervé vivió la dureza del monte Gurugú e intentó saltar la valla en varias ocasiones sin éxito.. En uno de esos intentos él logró pasar, pero no así su hermano. Y es que como dice Hervé cuando vas a saltar no puedes estar pendiente de nadie porque si lo estás no logras tu objetivo. Una vez en Melilla llegó hasta el CETI y a los dos meses fue trasladado a Madrid. De esta forma, con todas esta historias a sus espaldas, llegó hasta este Centro. Aquí y gracias a Cáritas se ha formado para intentar ganarse la vida, " aprendiendo de curso de  cocina española y curso de electricidad que ya tengo el título y estoy aprendiendo técnico informática desde septiembre".Pero la mejor noticia la recibió hace algunos meses cuando su hermano - con el que todo este tiempo estuvo en contacto a través de Facebook -lograba saltar la valla y reunirse con él. Juntos y bajo un techo que les ha facilitado Cáritas tratan ahora de ordenar sus vidas y miran hacia el futuro al menos con esperanza.Joaquín, lo perdió todo por el alcohol, lo de José fué la mala suerte Otra historia que te marca, la de Joaquín. Desde muy jovencito - tenía 14 años - empezó a beber pero no fue hasta los veintitantos cuando comprendió que tenía un problema: era ALCOHÓLICO. Él alcohol le separó de su familia, le dejó sin trabajo y lo más grave aún sin casa. Y es que como él mismo dice sin un techo estás perdido. En esa situación Joaquín llamó a la puerta de este centro. Aquí le prestaron atención y buscaron un tratamiento para rehabilitarse. En ello está y de momento le va bien, dice que ahora está lejos de los vicios... Cada día viene por aquí y trata de echar una mano, "como aquí al mediodía, a veces me toca fregar, siempre te toca hacer algo, hay que echar una mano".La historia de Jose es distinta. En un mes y medio, él se vio sin nada. Perdió su trabajo como prensador en una planta de reciclaje, su madre murió y de buenas a primeras se vio en la calle. Durmiendo en los arcos de Ópera, en el centro de Madrid. ¡En un abrir y cerrar de ojos!. Estando en la calle un conocido le habló de este centro y aquí vino. Cada día se levanta, prepara el desayuno y sale a echar currículos. La semana pasada hizo una entrevista de lo suyo y tiene esperanzas en que le puedan coger. Muy serio y con cierta amargura lanza este mensaje, "todo el mundo que está en la calle no es por droga, ni por alcohol ni por nada. He conocido a periodistas, abogados, jueces y nos tratan como si fuéramos chorizos o leprosos y hay mucha gente inteligente aquí". A Antonio le golpeó la crisis con 63 años.  Juan ha conseguido con el voluntariado sentirse útil Antonio es uno de los nombres propios que nos hemos encontrado en este centro para personas sin hogar de Cáritas. Tenía 63 años cuando la crisis le golpeó con dureza. No había trabajo y tuvo que cerrar su taller. En poco tiempo el dinero se le fue, vendió su casa y se quedó en la calle. De esta manera decidió llamar a la puerta de Cáritas, "me daba como vergüenza, lo digo sinceramente, pero viéndome en la calle, vine, me hicieron los papeles y gracias a ello, si no estaría en la calle".Aquí le ayudaron a arreglar sus papeles y pudo jubilarse. Antonio ha logrado salir de la calle. Ahora tiene una paga y un techo, pero sigue viniendo por aquí. Entre otras cosas porque  ha hecho amigos como Juan. Él es voluntario y cada viernes se pasa por el centro para realizar una labor de acompañamiento. Acompaña a quien lo necesite a hacer los trámites que sean necesarios. ¿Por qué lo hace? "Las cosas que me cuentan por la tele o por la radio las quiero vivir yo directamente. Y se encuentran explicaciones, nada es gratuito, tienen su por qué".Entre ellos ahora hay una gran amistad. Y es que Antonio sabe que si le necesita, Juan está ahí, "cuando has cambiado de habitación me dice: Juan que nos cambiamos, y entonces ahí está Juan con el coche y se hace la mudanza".Hay más historias como ésta y te las vamos a seguir contando desde aquí, desde el centro para personas sin hogar de Cáritas Madrid.. Ahora es tiempo para saber lo que pasa en tu COPE más cercanaIvan, llegó al centro para "poderme quitar"Quitarse de la droga, porque Iván pese a sus tan solo 26 años, lleva muchos años consumiendo. "Lo primero que quiero es estar bien conmigo mismo, es un reto importante".Iván, fue acogido en adopción con tan sólo cuatro años, no ha tenido una vida fácil y se metió en la droga "sin pensar en los demás, sólo en mi mismo ese es el gran problema". Cuando se ha dado cuenta de que no puede seguir así, llega a este centro de Cáritas y "te das cuenta de que hay mucha gente que está en la  misma situación que tú o peor. En ese momento te cambia el chic, y dices esto es cierto, me ha pasado".Pero si algo tiene Ivan claro ahora es "que se puede, con ayuda y si se quiere se puede".Hervé, Joaquín, José... esperanza gracias a Cáritas