“La JMJ tiene una semana previa que la vivimos los peregrinos dispersados por todas las diócesis de Brasil. Les deja la experiencia de haber convivido con las iglesias locales”, explica Munilla, que ha sido acogido junto con otros peregrinos en la diócesis de Campo Limpo.Allí ha tenido ocasión de ir a una favela “de una madre a la que le han matado dos hijos en un tiroteo”. El prelado vasco explica que celebraron misa, rezaron el rosario e incluso bailaron: “Los pobres nos evangelizan. Nos damos cuenta de que nos sobran demasiadas cosas para abrirnos a Dios”.Munilla asegura que los jóvenes están viviendo esta semana previa “con mucha intensidad porque es complementaria a la de la próxima semana”. Según Munilla, compartir su fe con jóvenes de todo el mundo les ayuda a quitarse complejos y a vivirla “de una manera natural”.Escucha aquí a Monseñor Munilla.