La cara amarga de la Fiesta. No todo es triunfo. También la tragedia asoma de vez en cuando por las plazas de toros y deja su tributo de sangre. La ética de tres toreros, dos cogidos y uno lesionado. La tarde suspendida cuando caía el segundo toro y que comenzó torcida desde que asomó el primero por chiqueros.Hasta allí se había ido David Mora. La portagayola de riesgo más allá de las rayas del tercio. El de El Ventorrillo no quiso capote, sólo el cuerpo de un torero que intentó burlar la embestida del animal sin suerte. Pero después, en el suelo llegó la brutal cornada en el muslo. Se presentía la gravedad del percance, el charco de sangre en el ruedo lo hacía patente y la cara del torero hablaba por sí sola camino de la enfermería.La corrida quedaba en un mano a mano improvisado entre Antonio Nazaré y Jiménez Fortes. El toro de El Ventorrillo se vino abajo después. Nazaré dejó algún redondo de buena factura pero la plaza estaba aún conmocionada por el percance de David Mora.Salió en segundo lugar uno de los dos remiendos de Los Chospes que estaban preparados en chiqueros. Y continuaron los sobresaltos. En el recibo capotero, Fortes era volteado en terrenos del Siete. Sin consecuencias. Después llegó la lesión de Antonio Nazaré cuando remataba un quite con una media. Cojeando ostensiblemente, el sevillano pasó a la enfermería de la que saldría después en silla de ruedas con una lesión de ligamentos.Pero todavía había tragedia por suceder. Jiménez Fortes brindó su faena a Manuel Benítez 'El Cordobés'. De malagueño a cordobés. Y toda la faena de Saúl se vivió con el 'ay' en los tendidos. Perdió pie mientras toreaba de muleta y salió del trance con la taleguilla derecha rota. No se amilanó. Siguió porfiando y cuajando algún muletazo de profundo trazo. Pero de nuevo, al entrar a matar, el de Los Chospes levantaba los pies del suelo a Jiménez Fortes. La cornada se presentía y tras caer el toro tuvo que acudir también a la enfermería para ponerse en manos del equipo del Doctor García Padrós.Tarde histórica que concluía justo a las 8 de la tarde cuando por megafonía se anunciaba que por prescripción médica, ninguno de los diestros podía continuar la lidia, un hecho insólito que no ocurría en el coso madrileño desde mayo del 79.