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La vida de un menor cumpliendo condena judicial en 'La Tarde'

"Quiero empezar desde cero"

Desde los 12 años Alejandro se ha enfrentando a sus padres que han luchado contra viento y marea para reconducir una relación basada en la falta de respeto, la autoridad como lucha y la violencia como contestación

La vida de un menor cumpliendo condena judicial

La vida de un menor cumpliendo condena judicial

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Tiempo de lectura: 3'Actualizado 17 mar 2017

Una mañana, subido en la mesa de la cocina insultando a su madre y encarándose con su padre, acabó pegando a su hermano mayor que le recriminaba su actitud.

No podían más. La policía entró en su casa esa noche y se lo llevó.  Al día siguiente tras la denuncia empezó este nuevo episodio de una vida que le ha llevado al centro El Laurel, en Madrid. Alejandro entró rezumando odio y rencor hacia su familia, hoy reconoce que se ha equivocado muchas veces, que la violencia no es el camino. Le han ayudado tanto a recomponer sus piezas que ahora quiere “empezar desde cero”.

Centro El Laurel

Lo primero es pasar por un control de seguridad. La cancela se abre solo si te esperan y se cierra con ese ruido que te recuerda que igual que no es fácil entrar tampoco lo es salir. Rodeado de vegetación el camino que conduce a El laurel está lleno de vallas con concertinas de donde da la impresión que por mucho que lo intentes nadie puede fugarse.

A la derecha otro de los centros El Lavadero donde los chicos que cumplen condena tienen problemas de adicción. Otra puerta de seguridad. Se accede por un control donde nos registran y pasamos por un detector de armas blancas, sobretodo.  "Hay que evitar que las visitas pasen algo". Aquí viven 38 chavales, unos en régimen semiabierto y otros en régimen cerrado, depende de lo dictado por el juez.

Son chicas y chicos desde los 14 años que una mala gestión de sus impulsos por violencia familiar o violencia machista les ha llevado  a un juzgado donde la sentencia judicial les ha condenado al internamiento. Treinta educadores conviven con ellos las venticuatro horas del día porque el objetivo es la reinserción. En el taller de carpintería les enseñan el oficio, participan en la huerta o en el de mantenimiento. Los que estudian pueden acudir a las clases de apoyo con profesores cualificados. Todo normal si no fuera porque siempre están vigilados y las puertas se cierran a cal y canto.

El objetivo es reinsertarles, “no pueden tener la idea de que vienen a un campamento de verano, deben sentir que han hecho algo mal y por eso están aquí, es parte de la educación”.

Se reparten las habitaciones en cuatro módulos. Habitaciones que comparten por sexo y edad. Los baños son comunes así como el comedor o el área de descanso con una televisión, una Play y un futbolín. Todo muy básico y austero. "Algunos cuando terminan la condena impuesta por el juez no se quieren marchar, para muchos su estancia es el momento de su vida en el que han entendido que hay personas a las que les importas".


Juan es el director del centro que puede decir orgulloso que la forma de trabajar que tienen con los chavales les permite hablar de un 98% de éxito en la reinserción. La mayoría no tienen rutinas y aquí las recuperan. Una buena alimentación con horarios y un plan de deporte les hace sentirse mejor y recuperar la autoestima.

"Aquí hay mucho dolor, denunciar a una hija o un hijo es durísimo, la culpabilidad con la que llegan es muy grande. Culpabilidad de los padres y de los hijos. Recomponer eso lleva mucho tiempo, no hacemos milagros".

¿Qué hay detrás de un chaval juzgado por violencia filioparental?

"Hay familias que no imponen normas porque no saben afrontar el desarrollo de sus hijos, no tienen herramientas para ello, hay familias que no quieren y otras que no pueden y no saben. Todos son entendibles y respetables".


Al frente del objetivo de la reinserción está Regina Otaola. Lleva cinco años gestionando la ARRMI Agencia de la Comunidad de Madrid para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor, "se hace un gran trabajo en todos los centros gracias a los grandes profesionales que están al frente. Aunque ha habido recortes tenemos un buen presupuesto de 38 millones. Es suficiente y bueno para trabajar y seguir trabajando".

Escucha aquí el reportaje de Laura Otón

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