"Buenos días amigos, es 31 de marzo y esto se acaba. Mañana saludaremos al mes de abril como si nada, porque ni primavera ni nada. Hay nieve en muchos lugares, vientos y lluvias y muchas procesiones se han interrumpido o no han podido salir. Se sigue buscando a la muchacha de La Coruña que ha desaparecido en el litoral y mañana se espera una enorme operación retorno a las ciudades. Bienvenido a tu programa de Fin de Semana en la cadena Cope. Ya estamos en nuestros puestos.

DIOS HA MUERTO

Qué extraño este silencio de Sábado Santo. Por no haber, no hay ni prensa en papel. Es un resto civil de respeto por una tradición antigua que nos dice, fíjate, que Dios ha muerto. Entre el viernes santo y el domingo de resurrección queda este día extraño, non, impar, que podemos vivir como uno más, saliendo, entrando, o puede ser además un alto en el camino de nuestra vida rutinaria. ¿Qué significa que Dios ha muerto?

Agarraron al tipo aquél que hacía ver a los ciegos, que hablaba con las prostitutas, que abrazaba a los recaudadores de impuestos y los cobardes, que hacía sentirse tan bien a los discípulos, y lo mataron. El sistema, el poder, la norma se impusieron de nuevo, el orden quedó restablecido ¿Qué es eso de hacer felices a los que no lo merecen? ¿Cómo se atreve? ¿Acaso no entendía que la vida tiene reglas?

Cristo resucitó, pero imagina que no hubiese sido así, que los hubiésemos conseguido y hubiésemos matado en la cruz a todos los que hemos señalado. A los que hemos señalado como reos. A los pecadores. Al jefe malo, al compañero idiota, al que roba los impuestos, al que no piensa como yo. Muy bien, muerto el perro se acabó la rabia ¿y ahora qué?

Qué, en este Sábado Santo infinito donde hemos impuesto nuestra justicia, hemos removido el obstáculo que molestaba, hemos allanado el camino. ¿Y ahora qué? Ahora en este silencio sin Dios ¿qué? ¿para qué vivir? ¿Merece la pena vivir sin esperanza?

Necesitamos un amor, un amor infinito que salve nuestras torpezas, que abrace nuestro mal, que se salte todas las justicias de este mundo en nombre de la misericordia y nos quiera tal como somos. Del todo y para siempre.

En el Vía Crucis de Roma el papa Francisco pidió ayer a unos jóvenes que preparasen y escribiesen las estaciones. Y uno de ellos leyó: “Miro a mi alrededor y veo ojos fijos sobre la pantalla del teléfono, ocupados en las redes sociales y atrapados en cada error de los otros sin posibilidad de perdón”. Qué verdad lo que ha escrito este chico. Las redes sociales definen los bandos y uno elige aquel al que pertenece. Y enfrente está el otro, el enemigo, el que no piensa como yo. Cada uno ha elegido a los que crucifica. En nombre de una moral sagrada.

Y estaríamos condenados a esto, a este odio seco sin esperanza, si esta noche nadie resucitase. Merece la pena pensarlo. ¿Compensa el espacio nuestro, de la justicia ordenada? ¿El vacío de la misericordia? ¿Compensa nuestro pequeño territorio mezquino de reglas y normas? ¿Acaso no ansía el corazón praderas extensas, y horizontes largos y generosidad y alegría? ¿Acaso no necesita uno el abrazo del amigo y la misericordia de un Dios que lo perdona todo, absolutamente todo? ¿Acaso no es más fácil construir con el otro desde el perdón?

Qué horrible el Sábado Santo si fuese para siempre. Si no hubiese más esperanza que la de nuestra pobre justicia. Dediquemos el sábado santo a pedir que se acabe nuestra justicia y empiece la misericordia infinita que soñamos, el abrazo tierno, la resurrección que lo cambia todo. No. No estamos hechos para este silencio del Sábado Santo, que sólo encuentra sentido en el anhelo, en la nostalgia, en el día de ver una silueta a los lejos y quedarnos estupefactos y empezar a correr hacia ella y gritar de alegría que es él, que ha vencido, que viene para siempre y que cuenta conmigo para lo eterno y lo infinito, eso que mi alma soñaba y que ni se atrevía a decir a los demás.

El INQUIETANTE SILENCIO DE LA PRENSA ALEMANA

Porque aquí, en la tierra, no hemos hecho más que lo de costumbre, fastidiarla más. 16 palestinos muertos y 2000 heridos es el saldo de una marcha de protesta contra Israel en la franja de Gaza. La manifestación se convocó para reclamar una solución para la diáspora de cientos de miles de palestinos que se reparten la miseria de los campos de refugiados y mal viven en Jordania, en Líbano y en los miserables territorios palestinos. La respuesta de Israel ha sido muy cruel. Utilizaron drones con gases lacrimógenos, dispararon contra los jóvenes y han provocado una reunión de urgencia del consejo de seguridad de la ONU.

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También hay malas noticias de la nueva guerra fría, esa guerra líquida que enfrenta a Rusia con el resto de Occidente. Moscú ha respondido a la expulsión de diplomáticos rusos en protesta por el envenenamiento con un agente neurotóxico del ex espía doble ruso Serguei Skriptal y su hija Yulia en el sur de Inglaterra en Salisbury, expulsando a su vez a 140 diplomáticos de 25 países, dos españoles entre ellos. Se recrudece así una escalada de tensión que los que hemos visto caer el Muro de Berlín no considerábamos posible de nuevo.

Somos así, no nos entendemos ni queriendo. Cataluña es el ejemplo español de ello. Los partidos han rechazado un gobierno de concentración sugerido por Iceta, desde el Partido Socialista de Cataluña y ahora se rumorea que los independentistas quieren proponer de nuevo a Jordi Sánchez, que está en prisión, como presidente. A la vez , repiten que todo es sólo una solución táctica, que el president verdadero es Puigdemont. Todas estas vueltas y revueltas responden a la ilusión de que Alemania no extradite a Carles Puigdemont y que con ello se internacionalice el conflicto, como dicen ellos.