El Consejo de Ministros aprueba las medidas para asumir competencias esenciales de la Generalitat. El Gobierno ha dado plazos amplios, ha dejado tiempo a la Generalitat para corregir el dislate cometido. Todavía hay tiempo para corregir la situación porque el proceso de intervención tiene muchas garantías. Pero la obcecación de quien no acepta voluntad del soberano, el pueblo, va dejando pocos resquicios a que no se utilicen las herramientas más drásticas que existen en nuestro ordenamiento jurídico.

Es una triste noticia que se haya llegado hasta aquí. Pero es muy positivo que las medidas que propone el Gobierno al Senado hayan sido consensuadas con los partidos constitucionalistas, con Ciudadanos y con el PSOE. Quien no apoya el paso dado, a pesar de la paciencia institucional que se ha tenido, se retrata.

Y es acertado que el tipo de intervención sea limitada y con un horizonte breve para que se celebren elecciones. La proporcionalidad sigue siendo necesaria. Esta es una cuestión de largo plazo y conviene dar las menos razones posibles al victimismo. Hemos visto cómo algunas protestas callejeras han perdido fuelle. Conviene seguir actuando de modo que las contradicciones del independentismo se pongan de manifiesto. Aplicar el 155 no solucionará automáticamente el problema, pero es el camino. Prudencia, proporcionalidad y realismo.