Hoy martes, 48 horas después de la marea humana que recorrió Barcelona en defensa de la unidad de España, está previsto que el presidente de la Generalitat presente ante el Parlament los resultados del falso referéndum que ha considerado como vinculante. Está por ver si Puigdemont consuma su anuncio de que proclamará la independencia, o bien intenta ganar tiempo con una mera declaración de intenciones. En función de ello actuará el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha preferido esperar sin ceder a las exigencias del Partido Socialista de buscar una “solución política” al conflicto, ni a las de Ciudadanos, que ha insistido en la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

La situación es tensa y eso se refleja en la volatilidad de las encuestas electorales. Un sondeo publicado ayer revela que el Partido Popular baja en la estima de su electorado mientras sube Ciudadanos en detrimento del propio PP y del PSOE. Pero estos sondeos recogen sobre todo las emociones del cuerpo electoral en un momento determinado, y las cosas pueden cambiar de la noche a la mañana. Lo cierto es que Rajoy ha hecho acopio de una virtud que no siempre es bien valorada por una parte de la sociedad, y que es contraria a la precipitación y a la ira: la paciencia. Los acontecimientos aclararán cuál es el desenlace de esta paciencia, y si finalmente es reconocida como mérito del gobernante.