Con motivo de la celebración del primer viernes de Cuaresma, el Papa Francisco ha convocado una Jornada de Oración y Ayuno por la Paz. Son muchos los lugares del mundo en los que la vida diaria de millones de niños, mujeres, adultos y ancianos se ve sacudida por la guerra, el terrorismo, la injusticia y múltiples formas de violencia. Tomar conciencia de estas situaciones no puede ser fruto del chispazo que provocan imágenes impactantes en los medios de comunicación, sino que es un proceso lento que requiere del silencio que acompaña la oración. Precisamente porque los problemas nos desbordan, es razonable abrirnos al don de Dios.

La Jornada de hoy está ofrecida de manera especial por la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Y a esta Jornada están convocados no solo los católicos, sino todos aquellos, creyentes y no creyentes, que deseen sumarse de algún modo a la iniciativa. Orar todos juntos, en las formas propias de cada confesión religiosa, es un modo de mostrar un testimonio del grandioso bien que las religiones prestan a la paz. Hombres y mujeres que rezan juntos son incapaces de odiarse, de agredirse, de aniquilarse. La oración engendra armonía y de la armonía brotan el orden, la justicia y la paz.