El independentismo tiene hoy una nueva oportunidad para dar marcha atrás, sin que la corrección de su rumbo políticamente suicida tenga que implicar necesariamente un alto coste. Las medidas cautelares ordenadas por el Constitucional para el pleno de investidura son meridianamente claras. Por eso el Presidente del Parlament ha decidido suspender el pleno: no podía proponer a un Puigdemont ausente, no se podía someter a votación su candidatura. Estamos en el mejor momento para proponer un candidato alternativo. Es lo que ha reclamado ERC y es lo que, en su fuero interno, muchos miembros del PDeCAT desean.

Hoy el independentismo está ante la gran oportunidad de revertir el dislate que comenzó en 2012. Entonces Artur Mas convocó unas elecciones para iniciar un proceso de autodeterminación. El resultado fue un fiasco. En 2015 se convocaron otras elecciones con carácter de plebiscito, en las que no obtuvo la mayoría de votos. El pasado 1 de octubre se celebró un seudoreferéndum ilegal que desembocó en la declaración de independencia y la aplicación del artículo 155.

Haría bien Roger Torrent en escuchar a las voces de su partido que le piden sacrificar políticamente a Puigdemont, facilitar la recuperación de las instituciones y volver a la normalidad. Hoy Cataluña y sus instituciones tienen una gran oportunidad.