Dos fuerzas políticas de muy diferente signo, la Liga Norte, partido de derecha radical y el Movimiento 5 estrellas, partido antisistema afín a la nueva izquierda, han llegado a un extraño pacto de Gobierno en Italia. En el capítulo económico se incluye, por una parte, un subsidio de 780 euros mensuales a las personas con dificultades, y por otra, una bajada de impuestos con un tipo único que oscilará entre el 15 y el 20 por ciento. Es un buen ejemplo de las contradicciones de un programa irrealizable.

En realidad lo único que une a estas dos formaciones es su antieuropeismo. El pacto ha sido posible porque en Italia, más de la mitad de los votos fue a estas dos formaciones que, de un modo u otro, prometían la salida del euro. Ahora hablan de revisar los pactos fundamentales de la Unión. Rompen con la mejor tradición italiana, debilitan el eje de los socios del sur y desestabilizan la única opción que, con todas sus limitaciones, ofrece una respuesta al reto del nacionalismo y de la globalización.

Lo ocurrido en Italia es un buen aviso para navegantes. La cultura democrática de un país no es un paisaje que crezca de manera salvaje. Después de la implosión de la democracia cristiana y de los partidos de izquierda, nacidos tras la II Guerra Mundial, las nuevas formaciones políticas no han estado a la altura de las circunstancias. El desprestigio de las instituciones, la falsa sensación de alarma provocada por los movimientos migratorios y el resentimiento regionalista han amasado este desastre.