Los responsables de Frontex han asegurado que este año la llegada de migrantes a España a través del Mediterráneo va a aumentar. Ya en 2017 el número se duplico hasta cerca de 23.000. No hay fundamento para pensar que estamos siendo invadidos. El incremento se debe a una modificación de las rutas. España vuelve a crecer, y eso se sabe al otro lado del estrecho. Pero en cualquier caso no estamos hablando números desorbitados. Los llegados en el último año representan menos del 0,04 por ciento de la población. No estamos sufriendo una avalancha.

La llegada de migrantes tiene que ser ordenada y responsable. Pero no podemos dejar de atender a los que se ahogan en el mar, a los que llegan sin nada a nuestras playas. El sistema de CIES, los centros de internamiento, deja mucho que desear. Entre los que han llegado hay solicitantes asilo, menores de edad o víctimas de trata. Y en ocasiones les cerramos la puerta.

Las soluciones no son fáciles. Además de acoger y de integrar hay que promover el desarrollo de los países de origen. Para eso son fundamentales los acuerdos con los países del sur. Acuerdos que no pueden ser como el que mantiene la UE con Libia, que ha sellado parte de la frontera a costa de vulnerar severamente los derechos humanos.