El Papa Francisco proclamó ayer durante la audiencia general que “el único dueño de la vida desde el inicio hasta su final natural es Dios, y que nuestro deber es hacer todo lo posible para custodiar el don de la vida”. Estas palabras fueron pronunciadas después de que el Papa recibiera a Thomas Evans, el padre del niño Alfie, ingresado en el hospital Alder Hey de Liverpool. No es la primera vez que el Papa Francisco sale en defensa del derecho de los padres a defender la vida de su pequeño Alfie ante las injerencias, no solo de los responsables del hospital en el que se encuentra ingresado, sino de la justicia británica.

La batalla de los padres de Alfie para que su pequeño sea traslado al hospital del Niño Jesús de Roma, que se ha ofrecido a prestarle todos los cuidados necesarios, representa un signo de humanidad frente a una ley que se vuelve contra su misión de proteger la vida. Los padres de Alfie, en esta situación dolorosa, no aceptan que sea un Tribunal quien diga cuándo debe morir su hijo, y mantienen la esperanza de que la medicina pueda salvar su vida. Como ha recordado el Papa, la dignidad de todo ser humano exige que se pongan en juego todos los medios para que la vida discurra por su cauce natural. La lucha por la vida del pequeño Alfie es un signo de esperanza en medio de una batalla cultural y moral que no está perdida.