Los Juegos Olímpicos de Invierno han dado frutos y no solo en forma de medallas. Parece que el deshielo entre las dos Coreas se ha iniciado y que, si nada se tuerce en el proceso, el mes de abril puede ofrecernos noticias muy gratas.

Tras la visita a Seúl de la hermana del líder norcoreano con motivo de los Juegos Olímpicos, una delegación del Gobierno de Corea del Sur ha cruzado la frontera para encontrarse con Kim Yong y acordar el establecimiento de una línea directa de comunicación que vaya preparando la cumbre que se celebrará en la frontera entre ambos países el próximo mes de abril. La próxima cumbre, la tercera de la historia, tratará de la distensión, la desmilitarización de la península de Corea y la apertura de conversaciones con Estados Unidos.

Está claro que la mediación discreta y silenciosa de China y Corea del Sur da frutos y que no hay otra salida que el diálogo y la distensión. Se trata de preservar bienes mayores como son la seguridad y la paz de millones de ciudadanos cuyas vidas no pueden quedar a merced de las locuras militaristas de sus mandatarios.

El régimen de Corea del Norte es detestable, pero la vida de los norcoreanos y la de sus vecinos del Sur, de los japoneses, de los habitantes del Mar de China y de todo el planeta es un bien mayor que exige el fin de una escalada militar que no beneficia a nadie.