De entre los variados holocaustos silenciosos que se producen en nuestra sociedad, hay uno que es particularmente llamativo: el que padecen los niños a los que en el período de gestación se les detecta el Síndrome de Down. En España la tasa de nacimientos de niños con Síndrome de Down es de 1 por cada 2.000, mientras que la presencia de este cromosoma añadido es de 1 por cada 700. Esto indica que la mayoría de estos niños no llegan a nacer. La celebración del día mundial del Síndrome de Down es una buena oportunidad para sostener la conciencia sobre la dignidad inalienable de estas personas y para favorecer su plena inclusión en nuestra vida social.

Uno de los objetivos de este año se refiere a la mejora de las circunstancias en las que los padres reciben la noticia de que su hijo tiene Síndrome de Down para hacer frente a la presión social, a veces incluso médica, de proponer como alternativa el aborto. Es necesario implantar una serie de protocolos en los que se ofrezca información precisa y detallada, con un lenguaje positivo y una oferta de acompañamiento y ayuda que permita a los padres acoger la vida que viene, sin ceder a prejuicios sociales o a nefastos estándares de supuesta calidad de vida. Nuestra sociedad ganará con el esfuerzo para volcarse con estos niños que nos enseñan cada día la lección del amor más desinteresado.