La semana que entra Roger Torrent iniciará una nueva ronda de contactos para la investidura del nuevo presidente de la Generalitat. La esperada renuncia de Puigdemont ha desbloqueado temporalmente la situación, pero el proyecto de que sea Jordi Sánchez el investido supondrá un nuevo bloqueo, que es lo que está buscando el ex presidente de la Generalitat. El procesamiento previsible de Sánchez, que implica su inhabilitación, reabriría de nuevo el problema.

A estas alturas deberían estar claras varias cosas. La primera es que, afortunadamente, los jueces no están dispuestos a someterse a criterios políticos, menos aun cuando esos criterios vienen impuestos por un grupo de presuntos rebeldes. La segunda cosa clara es que el retraso en la formación de un Gobierno es malo para los catalanes, pero el tiempo corre también en contra de Puigdemont y de los independentistas.

Parece que algunos buscan la confrontación y el bloqueo permanente. Por razones personales, para seguir controlando la situación. Las fuerzas independentistas tendrían que liberarse definitivamente de Puigdemont. La falta de libertad respecto al ex presidente de la Generalitat testimonia su debilidad y su falta de interés por la gente real. Cataluña lleva demasiado tiempo siendo rehén de parte de su clase política.