El candidato conservador, Ivan Duque, se ha convertido en el nuevo presidente de Colombia al derrotar en la segunda vuelta al candidato de la izquierda, Gustavo Petro, por doce puntos de diferencia. El triunfo de Duque aleja la amenaza del populismo de izquierda, y demuestra la renovada influencia del expresidente Álvaro Uribe, que ha apadrinado en todo momento al candidato ganador, al tiempo que infringe indirectamente un importante correctivo al actual presidente, Juan Manuel Santos.

Duque puede ser el candidato que mejor encarne la estabilidad que el país necesita en estos momentos. No obstante, aunque cuenta con un apoyo mayoritario, tiene que ser consciente de que Colombia sigue, en buena parte, polarizada. Por eso tendrá que esforzarse por ser el presidente de todos los colombianos, e intentar lograr el mayor consenso posible en los temas decisivos que siguen atenazándola. Urge afrontar asuntos como el proceso de paz, la marcha de la economía o la corrupción, que están muy unidos entre sí y lastran, a corto plazo, las posibilidades de encauzar las potencialidades de aquel gran país.

La campaña electoral ha terminado. Es el momento de que los colombianos remen a una, dejen de estigmatizar al adversario político y trabajen juntos para hacer realidad las grandes posibilidades que Colombia tiene.