La presión internacional ejercida por México y Perú, y los movimientos diplomáticos de la OEA y la UE provocan la reacción violenta del gobierno de Maduro. Las milicias chavistas han ocupado las calles y actúan indiscriminadamente. La cifra de muertos asciende a la treintena, los heridos se cuentan por cientos y las protestas no cesan. Es ahora o nunca. La oposición sabe que no se puede dar marcha atrás. Durante meses han evitado la movilización ciudadana, pero la situación institucional y socioeconómica es insostenible.La oposición no ocupa las calles para terminar con el orden constitucional, sino para restituirlo. Por eso reclama elecciones, así como una intervención ejecutiva decidida para responder a las urgencias económicas de los venezolanos. La Iglesia católica también reclama el cese de la represión y la vuelta al orden constitucional. Mientras, el chavismo arma a grupos violentos a los que sufraga en nombre de la revolución para sembrar el terror.La solución no está en el Ejército sino en la resistencia de los venezolanos. Si no se dan pasos, la represión no cesará. Y si la oposición se fractura, el chavismo habrá ganado. Conclusión: la unidad es un deber y la MUD debe hacer lo imposible para que esta no solo no se rompa, sino que se fortalezca.