En las últimas semanas la violencia se ha extendido por la ciudad vieja de Jerusalén y los territorios palestinos. Las graves tensiones han provocado ocho muertos, tras el asesinato de dos agentes israelíes en uno de los accesos a la explanada de las mezquitas el pasado viernes 14, en un atentado en el que fueron abatidos los tres terroristas de origen árabe israelí que atacaron a los policías. Este domingo, tras el habitual Ángelus, el Papa Francisco, desde la Plaza de San Pedro, ha mostrado su preocupación por la deriva de los acontecimientos y ha hecho una llamada a la moderación y al diálogo. Francisco ha demostrado que Oriente Medio, y muy en particular Tierra Santa, tienen un lugar muy especial en su corazón. Recientemente ha hecho una llamada explícita a los cristianos de la zona para que sean levadura de fraternidad en medio de la violencia. Recordamos también su inolvidable viaje a Tierra Santa en mayo de 2014, o la invitación de Peres y Abu Mazen al Vaticano. Lo ha manifestado en reiteradas ocasiones y se ha empeñado en acciones concretas para conseguirlo, dentro siempre del ámbito que le corresponde a la Iglesia. Recientemente, por ejemplo, la iniciativa de Scholas Ocurrentes ha propiciado el encuentro de 40 jóvenes israelíes y otros 40 palestinos, en el mismo Jerusalén. Ese es el camino, sin duda, la siembra de una cultura del encuentro, que toca a todos, pero sobre todo a los más jóvenes. Acciones concretas a largo plazo, que han de ir junto a la moderación, al diálogo y a la negociación para la paz, de las que habla el Papa, y que no pueden esperar.