Puigdemont, el Lutero del separatismo

  • item no encontrado

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 20:58

Se lamenta Puigdemont, en una cadena de televisión rusa, de que el Estado español vea la unidad de España como un “asunto religioso”, o sea, como un dogma intocable. Curioso, ¿eh? ¿Y cómo ve Puigdemont la independencia de Cataluña si no es como otro dogma “religioso? ¿Quién es el hereje a quemar en la hoguera?

Como hoy se puede decir todo lo que se quiera en nombre de la sacrosanta libertad de expresión, hay que reconocer que el ex presidente de la Genralitat está aprovechando su libertad condicional en Bélgica para decir todo lo que se le ocurre, ya sea en contra de Rajoy, ya de la Contitución, ya de los españoles. No se cansa de afirmar que España es un país represor que no respeta el derecho a decidir de los demás. Y considera el 1 de Octubre como un “día trágico” en el que hubo cientos de heridos por no dejar votar a los catalanes, incluso a él mismo que, por supuesto sí votó.

Pero ¿qué esto de la “religiosidad”, en un momento de la historia en que el adoctrinamiento ideológico ha llevado a Europa a la apostasía? ¿Y que, además, tenga la desfachatez de no reconocer, al menos, que él también había programado su “proces” separatista como un dogma de fe… protestante, que dejó de creer en la Biblia-Constitución para elaborarse otra sin colgar sus tesis en la puerta de la Sagrada Familia, y parecerse, al menos al idolatrado Lutero que ahora algunos quieren resucitar como un santo varón?

¡Ah, el simil religioso! Ya quisiéramos algunos que, no solo Rajoy sino todos los gobernantes, adecuasen sus decisiones a la verdad. Pero ya decía Talleyrand que hay un arma más letal que la calumnia: decir la verdad. Y eso sí que tiene que ver con la religión y la religiosidad. ¿Ha dicho alguna verdad el señor Puigdemont desde que concibió el 1-O para separarse de España? ¿Y antes, en los colegios, en las universidades, en la TVE3 que, por cierto, sigue con sus soflamas separatistas, a pesar del 155 dichoso?

A propósito, ya es hora de que alguien se pregunte, en serio, por qué Pedro Sánchez puso como condición a Rajoy, para apoyar la aplicación del dichoso artículo, que no tocara un pelo a dos mil y pico propagandistas de la independencia, pagados con dinero público. ¿Aspira, acaso, el PSOE, a ser bien tratado por el venenoso ente público catalán durante la campaña electoral? ¿O más bien quiere tender ahí el puente para una futura alianza del PSC con Esquerra Republicana? ¿Se ha vuelto más “religioso” el líder socialista o es que quiere encender una vela a ese “dios” de la independencia para vender su lealtad temporal a la Constitución?

Hay muchas preguntas que pueden hacerse, claro está. Pero no deja de resultar altamente sospechoso que el separatista Puigdemont hable de “religiosidad” para encender los escrúpulos a Sánchez y que éste, empiece ya a dar la lata con la reforma de la Constitución… En fin, la farsa sigue y no creo que ni siquiera Rajoy, ni mucho menos el CNI, conozcan que ocurrirá a partir del 21 de diciembre.

Y permítanme una apostilla: hablar de religión a los europeos les importa tres pimientos, pero no así a los rusos que, con el apoyo interesado de Putin, han descubierto que el cristianismo es lo que de verdad los une.