25 ANIVERSARIO

Barcelona 92. Historias que marcaron el deporte español

Los mejores Juegos Olímpicos de la historia marcaron un antes y un depués en la vida de un país que demostró al mundo de lo que era capaz

@IsmaelFigueroa_

Redactor COPE

Tiempo de lectura: 8' Actualizado 07 ago 2017

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Barcelona ha cumplido este 25 de julio el vigésimo quinto aniversario de la celebración de los Juegos Olímpicos, los únicos que ha albergado hasta ahora España y que para muchos siguen siendo considerados los mejores de la historia, con el añadido de que marcaron un antes y un después en el deporte olímpico español, que logró su mejor resultado hasta la fecha con 22 medallas.

Desde que el 17 de octubre de 1986, Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), anunciase que la capital catalana iba a acoger los primeros Juegos en territorio español, la ciudad y el comité organizador, encabezado por Josep Miquel Abad, se afanaron en preparar una cita que no quedase en el olvido tanto a nivel organizativo como deportivo con unas infraestructuras de primer nivel y de gran legado y una Villa Olímpica abierta al mar. Hasta la mascota, el 'Cobi' de Javier Mariscal, era innovadora.

En poco más de cinco años, Barcelona estuvo lista para dar la bienvenida a los más de 9.300 deportistas, 430 españoles, y los 169 países que compitieron, algunos novedosos como el Equipo Unificado que acogió a los atletas de las repúblicas rusas de la extinta URSS salvo Lituania, Estonia y Letonia, una Sudáfrica libre tras el fin del apartheid y con Nelson Mandela en el palco de autoridades, la joven y nueva Croacia, también separada de Yugoslavia, o la recién Alemania unificada.

Todos ellos desfilaron el 25 de julio de 1992 en el Estadio Olímpico en una Ceremonia de Inauguración inolvidable y un espectáculo de bellísima factura que mostró la cultura catalana y mediterránea. El enorme 'Hola' inicial, La Fura dels Bauls, el 'Barcelona' de Montserrat Caballé y Freddie Mercury, el desfile de España liderado por el abanderado Don Felipe de Borbón, y, sobre todo, el encendido del pebetero por medio de la flecha del arquero paralímpico Antonio Rebollo fueron otros de los momentos más recordados del evento que dio paso a los días de competición.

El novedoso Plan de Ayuda al Deporte Olímpico (ADO) dio sus frutos y España firmó su mejor resultado olímpico, sembrando además la semilla para el futuro. 22 medallas, cifra todavía no superada, con 13 oros, 7 platas y 2 bronces adornaron el medallero de la anfitriona, lejos eso sí del centenar del Equipo Unificado y de los Estados Unidos.

GIMNASIA RÍTMICA 

Han pasado 25 años, pero la medalla de plata de Carolina Pascual en Barcelona 92 sigue muy viva en la memoria de los aficionados a la gimnasia rítmica. La subcampeona olímpica evoca el momento en que tocó el cielo, con solo 16 años.

El momento más emocionante de mi vida fue cuando dijeron por megafonía 'Segona, Carolina Pascual' y me impusieron la medalla”.

La exgimnasta explica cómo fueron sus inicios en el deporte. Su madre hacía un viaje diario de dos horas hasta Alicante, esperaba cuatro horas de entrenamiento y dos horas de vuelta. Sólo para llevarle un par de bocadillos a escondidas sin que le viera la entrenadora. Entrenaba 14 horas diarias.

Podría haber estado en Atlanta'96, de hecho contaban conmigo, pero la mentalidad de los años noventa era tener una carrera corta, y yo pensaba que tenía que irme por la puerta grande con una medalla, como los toreros”. 

Ya no podía soportar las 12 horas diarias de entrenamiento, los mareos, la fiebre, los reventones de una dedicación necesaria para alcanzar la excelencia en la rítmica, como hacían las rusas y las búlgaras, sus grandes rivales de siempre.

!Ojalá pudiera volver atrás y participar en otros Juegos Olímpicos! Yo nací para eso, para la gimnasia, y con muchas ganas me pondría el maillot y me colocaría otra vez en la moqueta”.

En aquella época, según ha comentado, Carolina pesaba entre 30 y 35 kilogramos. El duro precio del deporte de élite.

FÚTBOL

La Selección Española de Fútbol se presentaba como una de las grandes figuras. Vicente Miera, seleccionador nacional, tenía un elenco de figuras a su disposición ya consagradas en Primera como Pep Guardiola, Luis Enrique, Kiko Narváez, Alfonso Pérez, Roberto Solozábal, Abelardo Fernández o Toni Jiménez. Con esos mimbres, España llegó hasta la disputa al oro.

El combinado nacional superó sin problemas su fase de grupos, al amparo del por entonces Luis Casanova de Valencia, y pasó a cuartos invicta y sin encajar tras ganar a Colombia (4-0), Egipto (2-0) y Catar (2-0). En el primer cruce decisivo, otra aspirante como Italia y un gol de Kiko dio el pase a las semifinales, donde los tantos de Abelardo y Berges sentenciaron ante la poderosa Ghana.

En la gran final, disputada un 8 de agosto en el Camp Nou, esperaba Polonia. El recorrido del torneo hacía presagiar un triunfo sencillo, pero un tanto al borde del descanso de Kowalczyk, luego jugador del Betis, complicó las cosas. España reaccionó en la segunda mitad y los tantos de Abelardo y de 'Quico', como ponía su camiseta, dieron la vuelta al marcador.

Sin embargo, los polacos empataron el encuentro por medio de Staniek y llevaron la tensión al Camp Nou cuando restaba un cuarto de hora. Todo parecía abocado a la prórroga, cuando un saque de esquina terminó con un balón 'muerto' que Kiko no perdonó para desatar la euforia en el feudo azulgrana y en el palco donde estaban los Reyes, Juan Antonio Samaranch o Pascual Maragall.

A mí se me venían muchas cosas a la cabeza y eran pocas del partido. Pensaba: 'Ay, madre mía la que estamos liando'. Con todo el campo lleno y mis amigos ahí, 15 colegas que habían venido desde Jerez en tres Ford Escort en día y medio. Pensaba más en la gente de fuera, en la oportunidad que se podía ir”.

El propio Kiko ha confesado que esos goles le cambiaron la vida: "En ese momento sentí que me saqué el carnet de futbolista. Venía del Cádiz, de las promociones, entré por la lesión de un compañero en esa selección olímpica y me veo marcando un gol que pasó a la historia de nuestro fútbol. ¡Fue precioso! Cuando marqué y ganamos la medalla, me convencí de que iba a vivir del fútbol".

El ex jugador jerezano que levantó pasiones antes del desembarco de las estrellas de otra galaxia es ahora comentarista de fútbol, tan dicharachero como siempre y orgulloso de su pasado. “Jugué en los mejores equipos del mundo: el Cádiz y el Atleti”.

JUDO

El 31 de julio de 1992, Miriam Blasco mereció un lugar preeminente en la historia del olimpismo español al convertirse en la primera campeona olímpica. Con su triunfo ante la británica Nicola Fairbrother (su actual pareja y entrenadora de su gimnasio en Alicante), la judoca vallisoletana se puso al frente de las conquistas femeninas, poco frecuentes 25 años atrás.

"A mí me llena de orgullo, por supuesto, y sé que aparezco en los libros como la primera campeona olímpica española, pero al día siguiente lo fue Almudena Muñoz y luego las chicas de hockey y Theresa Zabell y Patricia Guerra. Sería injusto decir que solo fui yo. Creo que fuimos todas las mujeres de Barcelona las que abrimos las puertas al deporte femenino".

Miriam ya había sido campeona de Europa y del mundo en la categoría de menos de 56 kilos en 1991 y su reto era una triple corona inédita entonces en la historia del deporte femenino español.

Pocas semanas antes del comienzo de los Juegos Olímpicos, el entrenador de Miriam Blasco, Sergio Cardell, fallecía en un accidente de tráfico. Era su mano derecha, su inseparable compañero, al que debía todo. El golpe fue duro, pero sirvió a Miriam para superarse y llegar extramotivada a Barcelona, aunque la propia deportista reconoce que el día que ganó el oro fue “el más triste de su vida”.

Para mí fue muy dura la pérdida de Sergio porque se mató con una moto que yo le compré a mi marido por haber quedado campeona del mundo. Él me enseñó a creer en mí misma y siempre le estaré agradecida. Por eso quiero que la gente sepa quién fue”

Al día siguiente de que Miriam inaugurase el medallero femenino, otra judoca, la desconocida valenciana Almudena Muñoz, conseguiría también el oro (en menos de 52 kilos) en el mejor torneo de su vida tras superar una grave lesión de rodilla.

Tras su retirada, siguió cosechando éxitos pero como entrenadora. De entre sus pupilas destaca Isabel Fernández Gutiérrez, otra de las españolas que cuenta con la triple corona, y Yolanda Soler, bronce olímpico en Atlanta junto a Isabel.

Han pasado los años y Miriam no echa de menos esa etapa. Buscó la motivación en otras formas, como entrenadora y también en la política. Porque Blasco estuvo tres legislaturas de la mano del Partido Popular en el Senado (de 2000 a 2011) y una en el Congreso (2011-2015).

TIRO CON ARCO

Antonio Vázquez, Juan Carlos Holgado Alfonso Menéndez son los protagonistas de una gesta histórica en el deporte español, pero que ha pasado de puntillas a lo largo de tantos años de Juegos Olímpicos en nuestro país. Los tres fueron campeones olímpicos por equipos en Barcelona 92, superando a Corea del Sur.

El tiro con arco, como otros deportes en nuestro país, viviría en la sombra hasta que las olimpiadas del 92 le cambiarían la vida a tres modestos tiradores.

España ocupaba el ranking número 30 en la clasificación mundial de Tiro con Arco en el año 1990, a falta de dos años para la cita de Barcelona. Los técnicos de la federación contrataron los servicios de uno de los mejores preparadores del mundo, el soviético Víctor Sidoruk, para que preparara a los nuestros de cara a los Juegos Olímpicos. Entre 17 tiradores que fueron preseleccionados, sólo quedaron los tres que lograrían la gloria olímpica, Antonio Vázquez, trabajador en un centro comercial de Asturias y que llegó al profesionalismo de casualidad; Juan Carlos Holgado, extremeño y residente en la residencia Joaquín Blume; y Alfonso Menéndez, también asturiano y también residente de la Blume, donde coincidió con Holgado. Los tres formarían el equipo olímpico español de Barcelona 92.

El trabajo extenuante del entrenador soviético da resultado cuando en mayo de 1992, antes de las olimpiadas, España concluye en segunda posición el Torneo de las Naciones de 1992, por detrás de Corea del Sur, una de las grandes potencias, emulando a famosos arqueros de la literatura en el mundo del deporte, como Guillermo Tell o Robin Hood. El secreto, como definen los tres, “coordinación mental, ilusión, ganas, esfuerzo, y tres formas diferentes de lanzar la flecha”.

Aunque ahora cada uno de ellos lleva vidas distintas, y con diferente trayectorias en su relación con el tiro con arco, su vida cambió radicalmente en Barcelona 92. España nunca había sumado metal en la arquería olímpica, y el trío formado por los asturianos Vázquez y Menéndez, y el extremeño Holgado se colaron en la final de la olimpiada contra todo pronóstico. El rival en la pelea por la medalla de oro sería Finlandia, una de las favoritas en la competición de tiro con arco.

Todo dependía de Antonio Vázquez, que tiraba las tres últimas flechas españolas con 36 segundos por delante, un tiempo escaso en el Tiro con Arco. El asturiano había contratado a un sofrólogo, especialista en ansiedades, para que controlara la suya de mirar al reloj y al marcador antes de lanzar en competiciones de Tiro con Arco. Vázquez completó una última tirada antológica, concentrado, absorto del mundo, y acertó en el centro de la diana para darle a España la gloria hecha oro. Sólo dos puntos, 238 para España por 236 de los fineses, separarían la persea de plata de la de oro.

Tal fue el grado de concentración y ensimismamiento de Vázquez, que Holgado fue el que le sacó de su aislamiento diciéndole que habían ganado con los tres disparos al amarillo de la diana del asturiano. El propio Vázquez no pudo ni creerlo al oír a sus compañeros, y se echó las manos a la cabeza, donde reinaba su característico peinado a lo afro, que le hizo ser reconocido por la calle durante mucho tiempo como “el hombre de la melena, además del hombre de la medalla”, al igual que sus compañeros de equipo.

Los tres eran reconocibles y famosos por la calle, donde la gente les paraba para saludarles o agradecerles la conquista de aquel oro tan inesperado. Para ellos, todo lo que sucedía a su alrededor para agasajarles y homenajearles les parecía excesivo.

Sin embargo, a los tres les une una curiosa prima que firmaron con una entidad bancaria. Si ganaban el bronce, los españoles recibirían un plan de pensiones a dividir entre los tres de 50 millones de pesetas; si lo lograban ganar la medalla de plata, la prima ascendería a los 75 millones de pesetas, y si se hacían con la persea de oro, la cuantía del plan de pensiones sería de 200 millones de pesetas a repartir entre los tres. La única condición sería que recibirían ese plan de pensiones al cumplir los 50 años.

“Lo habéis conseguido. Estos han sido, sin duda alguna, los mejores Juegos de toda la historia olímpica. El esfuerzo de todos ha hecho posible este gran éxito. Barcelona no será la misma en el futuro. Tampoco nuestro deporte, después de las grandes victorias obtenidas”. 25 años después de que Juan Antonio Samaranch pronunciase estas palabras en la ceremonia de clausura de los Juegos de la XXV Olimpiada, es difícil no echar la vista atrás hasta el 92 con nostalgia: quizá el techo histórico de todo un país, también del evento deportivo más importante de todos.